martes, 26 de marzo de 2013

A mis costaleros del Resucitado.

Cuadrilla de costaleros de Jesucristo Resucitado, 2012.
 ¡¡¡Qué poquito queda para que la Vida vuelva a ganarla a la muerte!!! ¡¡¡Qué poquito queda para que vosotros volváis a ganar la batalla de los kilos!!!.
 
La batalla de los kilos del paso, la del esperado calor del Domingo, la de la indiferencia de tantos cofrades que creen que hacen la Semana Santa de Almería y les importa un comino su Domingo de Resurrección.
 
En ese Domingo os calaréis con mimo vuestro costal y os enfajaréis con firmeza junto a los muros de nuestra Catedral. Si el tiempo lo permite formarán filas mariposas en vuestros estómagos y disfrutaréis de los momentos que precederán a la última batalla de la Semana Santa. Porque vuestro arte tiene mucho de batalla.
 
Escucharéis a lo lejos sones de la Agrupa y sabréis que vuestros compañeros de viaje están ya preparados, calando bayonetas junto a los muros de la Catedral, para ser esa otra trabajadera, la que también empuja cuando las cosas se ponen feas. Concluirá la Misa del Obispo y seréis llamados al interior del templo. Caminaréis despacio como siempre lo hacéis en esos momentos, miraréis hacia un lado y hacia otro porque una vez más no reconoceréis vuestra Catedral pues ésta se renueva cada Domingo de Resurrección. Evitaréis con vuestra mirada el paso de Cristo Resucitado porque ¿quién quiere verlo de lejos si lo va a ver tan de cerca como vosotros?
 
Iréis ocupando vuestro sitio en cada trabajadera e iréis siendo conscientes de que ha llegado vuestro momento. Que no hay vuelta atrás y que, afortunadamente, queda mucho por delante. Queda un Padrenuestro y un camino hasta las jambas de la puerta de Almería; y Almería entera os estará esperando.
 
Los kilos se asentarán sobre vuestro costal y castigarán a los cuellos más arañados por el paso de los días, pero esos kilos no son nada, nada ya para vosotros. El calor empezará a hacer acto de presencia pero no os daréis ni cuenta porque lo único que importa ya es lo que manden Juandi y Javi. Podréis cerrar los ojos y dejaros llevar por el redoble y por sus voces en la máxima confianza de que esas órdenes son lo más importante que vais a escuchar ese día y que os van a llevar siempre por el buen camino.
 
Está escrito que vuestra mano izquierda no debe saber lo que haga la derecha. Y yo os digo que el Domingo de Resurrección no debe haber un solo movimiento de vuestro cuerpo que no tenga una explicación y que no esté medido al milímetro en vuestra mente porque solo así quiere Él las cosas ese día. Le pondréis cariño, le pondréis mucho mimo, le pondréis concentración y le pondréis esfuerzo. Le pondréis el corazón y lo pondréis todo.

Y bajarán ángeles del Cielo a pediros que no despeguéis el zapato del suelo, ¡que lo arañéis! Que así quiere las cosas en su día grande, señores. ¡Que solo despeguéis esas suelas para volar si es que hay que volar! ¡Y al cielo con Él!

Entonces sin daros cuenta llegará un momento en que sonará "Oh Bendita Estrella" y se abrirán a la par las puertas del cielo y del abismo y será decisión vuestra el camino a seguir. Pero, claro, yo ya sé qué camino vais a elegir y vosotros también, porque ese día no cabe más que mirar al cielo y empujar fuerte hacia arriba.
 
Porque tenéis el privilegio y el honor de contarnos a los almerienses lo más importante, lo más verdadero: la Resurrección de Cristo. Porque son muchos y son grandes los costaleros que miran a Cristo y le dicen "Por Ti matamos", pero lo vuestro es mucho mejor, porque le miraréis y le diréis "Por Ti VIVIMOS". Y entonces no habrá calor, no habrá dolor y no habrá un kilo que os pese.
 
Y se derramará el sudor por vuestra frente y recorrerá vuestra cara hasta llegar a vuestra boca y entonces sabréis a qué sabe el esfuerzo y a qué saben las batallas ganadas. Y no necesitaríais más agua que ésa como el mismo Dios necesitó agua y recibió vinagre.
 
Y recorreréis las calles andando siempre de frente porque no hay más camino que ése. Y empujaréis los kilos hacia arriba. Y si en algún momento os fallan las fuerzas, cosa que no ocurrirá, las encontraréis en algún otro resquicio del alma. Y vuestro compañero, que es vuestro hermano, tirará para arriba de vosotros y de vuestra trabajadera. Y el mismo Jesús Resucitado arrimará el hombro y os confortará en el esfuerzo más grande y más bello que hacéis en todo el año. Porque no hay ni debe haber cosa más bonita que ser costalero de Dios Resucitado, y eso, amigos míos, sólo lo sois vosotros.

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