lunes, 16 de mayo de 2011

#SSantaAlmería (3ª y última parte)

Esta #SSantaAlmería particular llega, como hacen todas, al Domingo de Resurrección. Quienes visitáis este blog de cuando en cuando sabéis que soy miembro de la Prehermandad de Jesucristo Resucitado y que cada Domingo de Resurrección participo en la procesión como contraguía del paso.



La verdad es que la mañana desde el principio comenzó con mal aspecto en el cielo. De hecho las previsiones desde muchos días antes hablaban de lluvia en Almería para ese Domingo. Pero lógicamente todos los preparativos tienen que ser como si fueses a procesionar con seguridad añadiendo algún cuidado y alguna idea para el caso en que la lluvia te pille en la calle.


Se optó por retrasar la salida un rato y finalmente por tomar el camino más directo a la Iglesia de Santiago. Quiso la providencia que este año el paso en lugar de salir directo hacia la puerta de la Catedral diese la vuelta alrededor del altar; seguramente gracias a ello no tuvo que volverse corriendo y mojado. Desde mi puesto en la procesión sólo pude ver que cuando nos acercábamos a la puerta todos se volvían hacia el interior anunciando que estaba lloviendo de nuevo. Como era algo con lo que contaba desde antes de Semana Santa tampoco me supuso ningún shock...


Pero la magia llegó cuando nos anunciaron que haríamos una procesión claustral en el interior de la Catedral. La Agrupación Musical se colocó detrás del paso y empezó lo bueno. Retomamos el andar del paso como no lo habíamos hecho en ningún ensayo y nos dispusimos a encarar el paso con la Plaza de la Catedral, para mostrarle a toda esa gente que había ido a ver a Jesús Resucitado que efectivamente resucitó. Ese momento de revirar el paso fue para mí un momento de emoción al máximo. De esos momento en que te tiembla la barbilla y las lágrimas asoman a los ojos. Y no por la pena de no salir a la calle, sino de emoción desbordada ante el momento que estaba viviendo y de rabia contenida de no poder mostrar a Almería el mensaje que queremos llevarle y de que nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros costaleros no pudiesen hacer lo que sueñan cada Domingo de Resurrección. Y es que, partiendo de que todos queremos salir a la calle, la emotividad de quedarte en el templo es algo especial. Y si ese templo es la Catedral y puedes hacer esa procesión claustral, os aseguro que es algo digno de ser vivido.






A partir de ahí, un paseo al Señor por su Casa como Él merece, llevado por unos costaleros jóvenes pero que lo dieron todo en un recorrido más difícil de lo que podía parecer: un calor inimaginable y la imposibilidad de escuchar a los que íbamos guiándolos alrededor del paso por lo fuerte (y bien) que tocó la AM.


Evidentemente, no todo fue ni mucho menos perfecto. No pudimos salir a la calle, de acuerdo... pero hay cosas que mejorar. Lo primero, las levantás del paso. Es cierto que no podemos levantar al cielo y que así "canta" mucho cuando una parte del paso se levanta antes que la otra, pero siguen siendo unas levantás muy mejorables.



En definitiva y quedándonos con lo bueno, una jornada muy emotiva de especial confraternización y en la que, humildemente creo, dimos la talla y superamos las expectativas que con nosotros siempre son muy pobres, por más que demostremos que podemos y sabemos hacer las cosas bien hechas. Y es que esto es una PREhermandad y somos todos muy jóvenes, pero hemos demostrado que no por ellos somos peores que nadie.

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