lunes, 29 de agosto de 2011

La del viernes, la de los sueños.

Tras tres días para enfriar las emociones, vamos a comentar siquiera brevemente el festejo tautino del viernes en Almería, porque ese día más que nunca la palabra "Fiesta" alcanzó pleno significado.


Lo cierto es que desde que se anunciaron los carteles de Almería, la del viernes parecía ya destinada a ser una de las tardes importantes, si no la más importante, de la semana. Unir a Juli y Manzanares en un cartel con el nivel al que están actualmente ya es de por sí tentador. Y si le juntas a un Leandro que venía en buen año, pues te queda el cartel más rematado de la Feria. Como Leandro no pudo comparecer por una lesión, fue anunciada su sustitución por Jiménez Fortes, novillero que tomaría la alternativa dos días antes en Bilbao destacando en ese "escalafoncito". Y no se me olvida el otro pilar fundamental de la tauromaquia, quizás más importante que el de los toreros: la ganadería anunciada, Garcigrande, venía sacando también buenos encierros y, me consta, a Juli y Manzanares les gusta ese hierro.



Y con todos esos antecedentes comenzó la que algunos han llamado la corrida del siglo en Almería. Con ocho orejas y un rabo (hay quien me dijo que en Almería no se cortaba un rabo desde 1983). Pero los trofeos que confirman la apoteosis a veces son lo de menos pues la espada a veces te los quita de las manos. Y así fue por ejemplo en el primero de El Juli, en mi opinión gran faena que no remató con la espada, pero ¿qué más da?



Y es que Julián estuvo como siempre: poderosísimo, casi infalible. A mí me parece un torero espectacular. Cuando hablando de José Tomás se preguntan si no es el mejor torero de la historia yo debo confesar que siempre me acuerdo de Enrique Ponce y de Juli. Por años al frente y por sacarle jugo a casi todo lo que les ponen por delante. Y es que Juli es joven pero es veterano ya en esto. La muerte de su segundo toro fue una oda a la bravura.



De Manzanares hay poco que decir que no se haya dicho ya. Parece que casi cualquier animal le venga bien. Torea muy despacio y con mucho arte. De ahí que cortase 4 orejas y un rabo, aunque a mí me gustó más en su primero (2 orejas) que en su segundo (las dos y el rabo) donde me pareció la faena de muleta demasiado intermitente. Eso sí, a ese quinto de la tarde lo recogió con el capote de una manera muy singular, dibujando círculos en el ruedo, pero tremendamente efectiva. Y a la hora de entrar a matar o, mejor de dicho, de recibir para matar, el tío es un cañón. Recibe al toro y a una velocidad pasmosa dobla la cintura y se acuesta sobre el toro dándole una muerte asombrosa.



Del torero Jiménez Fortes quiero destacar precisamente eso: que es torero, con todas las letras y hasta en mayúsculas. Sería su segunda corrida de toros pero ahí estuvo el tío con todo sobre el ruedo. Algo verde, quizás, pero entregado y muy torero. Me gustó. Su segundo, el sexto de la tarde, fue un huracán que no supo domar (quizás Ponce, quizás Juli...) pero al que se pegó con un arrimón decidido y al que mató con un estoconazo. Y es que cuando no puedes torear como quieres, al menos te arrimas y que por falta de ganas no sea. Dejó claro que no se quería quedar sin acompañar por la Puerta Grande a sus compañeros de tarde, quizás los más en forma del escalafón.



Al final, todos a hombros, ganadero incluido.



Por último, quiero decir también que fue una tarde con algunos detalles estupendos y yo destaco tres: 1) la vuelta al ruedo que Manzanares le pidió al ganadero que diese con él; 2) la dedicatoria de Jiménez Fortes a sus dos compañeros de terna en el sexto; y 3) ver al almeriense Curro Vivas destacando en la cuadrilla de Jiménez Fortes con pares de banderillas muy meritorios.

La fotografía, de la web del Diario de Almería


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