martes, 20 de septiembre de 2011

Lo trascendente de la imaginería

El cristianismo se distingue de otras religiones, entre otras cosas, porque se puede representar a Dios, a Jesucristo, a la Virgen, etc. Y esta posibilidad, que se viene ejerciendo desde muy antiguo, tiene una particular y bellísima expresión a partir del barroco español con la imaginería.

Estas imágenes que podemos relacionar especialmente con la Semana Santa, además de ser muchas veces valiosísimas obras de arte, tienen una finalidad trascendente y que va directa a lo catequético y a lo sentimental.

Despojado sí, pero no de Amor.

En el colegio o en el instituto nos enseñan que todas estas representaciones nacen sobre todo para enseñar y explicar al pueblo llano que era analfabeto el contenido de la Biblia y especialmente del Evangelio. Así, estas representaciones eran frecuentes por ejemplo en las columnas de las iglesias, en los dinteles de las puertas de las mismas, etc. Con el tiempo, estas imágenes empezaron a salir a la calle en busca de los fieles, para conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo con ocasión de lo que hoy conocemos como Semana Santa. Y en este campo de actuación, tan andaluz y español, los imagineros gozan en numerosas ocasiones de una capacidad artística extraordinaria, capaz de conmover a quien se acerque a contemplar estas imágenes religiosas.

Y es ahí donde radica la importancia que hoy en día tienen los artistas imagineros. Hoy sabemos leer y conocemos bien los pasajes principales del Evangelio con lo que no se trata de darnos a conocer los hechos, sino de invitarmos a sentir cosas que van más allá del mero conocimiento.

Recuerdo ahora que hace ya casi un año estuve en Cádiz y me conmoví ante el realismo tan humano de la imagen del Despojado que podéis ver en esta entrada. Es todo en Él tan real que se hace difícil rehuir de la fe y no sentir ganas de aliviar su dolor.

Este pasado fin de semana pude estar brevemente junto a Jesús del Gran Poder en su capilla de Sevilla y, aunque la cara y la expresión puedan resultar severas e incluso feas, se hace difícil no rendirse ante la majestad de esa imagen. Verdaderamente sientes ante Él que se llama del Gran Poder por algo, por su poderío, por esa zancada propia de un ser divino. ¿Cómo se plasma eso con una gubia y un cincel?, ¿lo enseñan en los talleres o escuelas de arte? Desde luego yo no lo sé, pero lo que tengo claro es que esas benditas obras de las manos de un hombre cumplen una función importantísima al despertar sentimientos tan especiales en el corazón de quien las ve y las admira.

¿Cómo no querer acompañar a Jesús de las Penas en el abandono de sus discípulos, de Almería? ¿Cómo no querer ser Cirineo ante Jesús de Salud y Pasión? ¿Cómo no ver la proximidad de la muerte en la cara del Cachorro? ¿Cómo no caer rendido ante Jesús del Soberano Poder de San Gonzalo? Benditos imagineros éstos que nos acercan a Dios iluminándonos el camino.

1 comentario: