lunes, 30 de diciembre de 2024

Cada 5 de enero en Almería

Cada 5 de enero en Almería caemos en lo mismo. En algún momento que yo no recuerdo, alguien dio con la tecla: la bajada de los Reyes Magos desde la Alcazaba hasta la Plaza Vieja es una delicia que antaño disfrutaban los paladares más exquisitos (los más fans de las figuras de los magos de Oriente) y que ahora aglutina a mucha gente hasta el punto de que es difícil disfrutar del tránsito de la comitiva real.

El asunto es que para que esta primera parte de la cabalgata ocurra a una hora más decente, la cabalgata en sí termina retrasándose en exceso. Basta con sentarse ante el televisor la tarde del 5 de enero para ver en Canal Sur cómo las distintas capitales andaluzas disfrutan de sus cabalgatas mientras que la de Almería aún no ha empezado. Es cierto que el recorrido de la nuestra no es muy largo, pero también debemos pensar que Almería es la primera capital andaluza en la que anochece. ¿De verdad tiene sentido que seamos los últimos en arrancar? Y si el recorrido es no demasiado largo y está tan masificado, ¿no merece la pena estudiar alguna forma de alargarlo y que el público se redistribuya? Claro, de nada serviría alargar el recorrido si no adelantamos el horario...

La del 5 de enero es una tarde espectacular prácticamente en cualquier ciudad de España y en Almería no lo es menos, pero nuestro modelo merece que alguien valiente se atreva a darle una vuelta de tuerca e intente afinar las cuerdas que empiezan a sonar desafinadas. La historia de Melchor, Gaspar y Baltasar es una de las más bellas jamás contadas y ojalá lo siga siendo por muchos años más.

En cualquier caso y aun cuando nadie se atreve con ello, el próximo domingo espero volver a echarme a la calle con mi familia para disfrutar de la verdadera magia que brota de la conjunción de todo un país para deleite de todos los niños, también de esos que los mayores aún llevamos dentro. Y cuando la cabalgata haya pasado, pondremos nuestros zapatos bajo el árbol de Navidad que con cariño montamos a primeros de diciembre, prepararemos unas galletas y unos vasos de leche y nos iremos temprano a dormir en la confianza de que el siguiente amanecer será uno de los no tantos que guardaremos para siempre en el recuerdo de los pequeños de la casa.

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