miércoles, 9 de enero de 2013

Sobre el catolicismo en la educación.

En una reciente entrevista para JOTDOWN, Xavier Sala-i-Martin responde lo siguiente cuando se le cuestiona sobre la religión:

Acabo. ¿Es usted creyente?


Yo fui educado en la religión, como todos los niños de mi edad. Y decidí que mi hija fuera a escuelas religiosas porque yo no creo. Yo llegué a la conclusión de que no tengo fe. O de que no me lo creo. Pero también creo que es importante para entender nuestra cultura, y me refiero a la cultura occidental, entender la religión. Y por eso decidí que mi hija fuera a escuelas religiosas. Porque yo no podía darle esa educación, no me lo creía. Y cuando ella sea mayor, que decida. Si tú no educas a los niños en conceptos religiosos es muy difícil que se vuelvan religiosos, pero al revés no ocurre lo mismo. Y, por lo tanto, para tener libertad de elección creo que es importante conocer la religión. Cuando seas adulto ya decidirás si crees o no. Yo soy un gran fan de Thomas Jefferson. Y Jefferson, que fue el principal redactor de la Declaración de Independencia, uno de los padres de la Constitución americana y uno de los pilares de la separación de estado y religión, decía que a él no le importaba si el vecino creía en 20 dioses o en ninguno. 


Pero hay una cierta contradicción entre el racionalismo del liberalismo y la creencia en abstracciones como las de las religiones. 


Eso no es cierto. Los mismos Adam Smith o Thomas Jefferson eran religiosos. Y muchos de los mayores racionalistas, como Isaac Newton o Einstein, eran religiosos. Y les decían “oye, tú lo que haces es destruir a dios”. Ellos decían que la ciencia era para conocer el pensamiento de dios. Yo no veo contradicción entre fe y ciencia. Lo que sí es verdad es que a medida que avanza la ciencia, la fe…


Retrocede. 


Retrocede. Porque la religión, además de una manera de organizar la sociedad, es una manera de explicar lo inexplicable. Si no sabes lo que es un trueno, pues dices que es un dios que se cabrea o que te envía un mensaje. Todo lo inexplicable eran cuestiones divinas. Y a medida que avanza la ciencia, esto desaparece. 

Creo que aporta un punto de vista muy interesante, desde alguien que se confiesa no creyente, sobre la enseñanza de la religión católica a nuestros jóvenes.

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