viernes, 28 de junio de 2013

Ser profeta.

Andaba yo hoy imaginándome a un superhéroe venido de un lejano planeta; como una suerte de joven y apuesto Superman recién aterrizado desde Krypton. Y andaba yo imaginando que ese joven llegaba a Madrid, con sus superpoderes, y se presentaba a jugar como portero del Real Madrid. Y, por seguir imaginando, imaginaba que Relaño defendía a capa y espada a Casillas (el portero que desvía penalties con la mirada) sobre ese hombre de acero capaz de volar y moverse a una velocidad inaudita y con unos reflejos nunca antes vistos.
 
Y andaba yo en todo ese lío mental porque quise pensar en cómo valoramos a las personas y en cómo éstas nos valoran a nosotros.
 
Dicen los textos sagrados que nadie es profeta en su tierra. Y yo hoy pienso que eso no es verdad, pues pienso que uno solamente es profeta de verdad en su casa y a los ojos de su madre. ¿Por qué? Pues porque como en cada casa hay una madre, ocurre que en cada casa no hay mejor profeta que el hijo propio, como en Móstoles no hay mejor portero que Casillas.
 
Basta salir de ese entorno propio y reducido para que todo ese castillo de viejos naipes se derrumbe. Y ahí aparece mi Superman venido de Krypton para quedar reducido a Clark Kent a los ojos de tantos y tantas.

 
Porque ya puedes volar, que siempre habrá otro que se teletransporte. Y siempre hemos sabido, Goku nos lo enseñó, que teletransportarse es mucho mejor que volar. Eso hizo que muchos dejásemos de querer ser Superman para querer ser Goku. Teletransportarse y ser rubio o moreno según se antoje. What else?
 
El caso es que como decía se es profeta a los ojos de la propia madre. Y nunca más. Nunca habrá nadie, mucho menos la cónyuge y si no pues tiempo al tiempo, que piense que cuando uno vuela en realidad se está teletransportando; y que cuando otros se teletransportan en realidad están volando. Y dicho así parece que abogo por una pérdida de objetividad cuando mi alegato pretendía (¡y aún pretende mientras tecleo!) ser justamente el contrario.
 
Y ya no sabes si duermes, sueñas, piensas, vives o te resignas. O si es que simplemente algún hemisferio de tu descerebrado cerebro te está pidiendo que agarres fuerte alguna copa y bebas como nunca bebiste dejando atrás lo que pasó, lo que no llegó a pasar y lo que pudo haber pasado. Salud.
 


1 comentario:

  1. Esta buenísima tu fantasía, me hiciste teletransportar a viejos recuerdo de cuando era niño y jugábamos a los superheroes, viejas nostalgias, y vagos recuerdos.

    ResponderEliminar