miércoles, 20 de agosto de 2014

Corderos a la fuga.

Hay un yo algo más débil quizás, o más bohemio tal vez, como de guitarra y cigarrillo, al que mi yo más enraizado en mí no deja aflorar. Pero está ahí dentro y yo lo sé. Como sé que hay un yo que sigue siendo niño de noche del 5 de enero.

Son los yo a los que conozco por sensaciones en el estómago, no necesariamente mariposas.

Vi la película "Begin again" en la que los personajes se cuentan cosas los unos a los otros cantándose canciones que el oyente habrá de interpretar para poder captar el mensaje que se le quiere dar; y siento cierta envidia de la gente que tiene esa capacidad, ese don. Yo a lo más que aspiro es a escribir unas líneas en este blog de mala muerte.

  
Fotografía: www.marbellaactiva.es





Y es que parece que hay cosas que cicatrizan mejor así, compartidas como quien no quiere la cosa. Pero lo cierto es que al final casi todas las heridas dejan cicatriz.

Esto a veces funciona así: me asomo a la Terraza, enciendo mi cigarro en la esperanza de que va a merecer la pena y todo queda en un coitus interruptus del que rescatar apenas una canción de la última peli que viste y una fotografía que te has topado por internet buscando quién sabe qué. Todo queda en un quiero y no puedo, en lanzarte a la aventura y coger un tren sin conocer su destino para finalmente bajarte en la primera parada.

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