viernes, 18 de diciembre de 2015

Lo último que se pierde.


Es una cosa muy bonita, y no había caído yo hasta ahora, que el día de la Esperanza sea justo una semana antes de Navidad, ¿no os parece?

Para la RAE, la esperanza es el estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos; y añado yo que en general hablamos de esperanza cuando las cosas vienen mal dadas. En caso contrario hablamos de ilusión, hablamos de optimismo... pero parece que cuando no lo vemos tan claro preferimos la palabra esperanza, quizás por esa frase tan repetida de que la esperanza es lo último que se pierde: es decir, cuando todo ya parece perdido, nos agarramos a la esperanza para seguir viendo luz en la sombra. 

Esperanza Macarena, de Sevilla. Foto: Grupo Joly.
En ese sentido hay que reconocer que es una advocación muy bonita, no en vano las dos imágenes marianas por excelencia en ambas orillas del Guadalquivir a su paso por Sevilla son Esperanzas. El dualismo Sevilla-Triana tiene su reflejo también en la dupla de las Esperanzas. En Almería, a una escala incomparable, tenemos también dos grandes devociones en las Esperanzas: la Macarena y la de Estudiantes, que es también Señora del Amor.

Qué palabra, qué advocación, qué concepto tan profundo: Esperanza. Esperanza de los enfermos, esperanza de los desvalidos, esperanza de los desamparados, esperanza de los españoles que hemos perdido la ídem en nuestros políticos.

Porque ésa es otra, el día de la Esperanza se cierra la campaña electoral de las generales. Nos queda, de propina, un día para reflexionar con qué martillo nos queremos golpear el dedo, porque en cualquier caso nos los vamos a terminar golpeando. Entre la nueva y la vieja política, vaya circo tenemos.

Pero al final del todo, como ya decía al principio, lo último que nos queda es la Esperanza, Ella siempre aspira a ser luz en nuestras sombras. ¡Y qué faltita nos hace!

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