viernes, 4 de diciembre de 2015

Trampa.

"Cada uno siente la fe de diferentes formas, rezando, yendo a Misa, siendo costalero o simplemente llorando ante una imagen...".

Ya que recupero mi blog, será también para meterme en algún jardín, ¿no? Pues bien, el otro día en el grupo de whatsapp que tenemos de la cuadrilla de costaleros de Jesucristo Resucitado del 2015 salió el (un tanto manido) tema de costaleros con fe o sin ella. Discusión en la que por cierto no me voy a meter ahora, aunque diré que acepto pulpo como animal de compañía, sí, pero llamándolo pulpo, no le cambio el nombre ni por gato ni por perro para que parezca más de compañía de lo que es, ¿me explico?

El caso es que en el contexto de esa conversación, un compañero de cuadrilla al que aprecio mucho, pues son muchos años ya los que llevamos conociéndonos, dijo la frase con la que arranca esta entrada. Y yo, torpe o acertadamente, me vi en la obligación de matizar o corregir porque creo que ésa es una de las peores trampas que las cofradías ponen a los cristianos: la de confundir un camino con la meta.

Particularmente entiendo que quien sigue exclusivamente a las imágenes, en realidad no comparte mi fe. Y no la comparte porque mi fe está en la Eucaristía y no está en el Cachorro, ni en el Gran Poder, ni en la imagen de Cristo Resucitado. Aceptar que profesa mi fe una persona simplemente porque se emociona ante el Cautivo del Polígono de San Pablo es un error demencial. Y, ojo, que yo también me emocionaría y me he emocionado en muchas ocasiones; pero sabiendo dónde y ante qué estoy. ¿Cómo no conmoverse, por ejemplo, con lo que podréis ver a continuación (recomiendo resolución 1080 y a pantalla completa)?


Me atrevo al profundizar un poco más en todo esto y digo que ese relativismo que resta importancia a la sustancia de las cosas es veneno puro. ¿Cómo va a ser igual "sentir la fe" yendo a Misa que siendo costalero o llorando ante una imagen? ¿Cómo puede ser lo mismo salir de nazareno que comulgar? Y mira que el sacrificio de salir de nazareno es mayor que el de comulgar, ¡pero ni aun así son cosas mínimamente comparables! Y si usted, nazareno o costalero, no da valor a la Eucaristía, usted no vive la fe que de algún modo cree vivir. Y no hace falta ser teólogo para esto, ¿no?

Y vaya por delante, aunque lo escriba al final, que yo mismo no voy a Misa todos los domingos y fiestas de guardar. Que falto bastante y no siempre que voy me veo preparado para comulgar, pero no creo que haga falta ser cura para ver la diferencia entre la madera magistralmente tallada, bellísima, capaz de evocar las más inmensas emociones; y el humilde trozo de pan que vale mucho más que todo eso.

La imagen sagrada es un camino que debe acercarnos a la meta. La meta debe ser la comunión con Cristo a través de la Eucaristía.

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