viernes, 15 de abril de 2016

Mamá, quiero ser monja (1/2).

Cuando se cumplen 30 años desde que Conchita Velasco le cantara a su madre que quería ser artista, la cadena Cuatro nos ofrece un curioso programa televisivo llamado "Quiero ser monja".

Es difícil, desde el punto de vista de un creyente, ponerse a ver ese programa, con ese título, en una cadena como Cuatro y hacerlo sin recelos. De hecho, empecé a verlo con tremenda desconfianza y temiéndome que las monjas fuesen parodiadas al estilo "Quién quiere casarse con mi hijo". Y la sorpresa que me llevé fue que realmente no es así. Las monjas muestran una cara amable y que da fe del esfuerzo y sacrificio que requiere su vocación que es también su profesión.

No sé bien si de las cinco concursantes podría llegar a decirse lo mismo. Habrá que ver algunos capítulos más de este reality para tener claro hacia dónde va cada una de ellas y cómo se prestan a ser tratadas en televisión. De entrada, el papel de las dos hermanas catalanas, Janet y Jaqui, me resulta curioso: plantean un entendimiento del cristianismo que a mí, que voy a la Iglesia con cierta frecuencia, me choca. El rollo de abrazar árboles y tal me llama la atención. Dicho esto, no es menos cierto que la hermana bonica en el segundo programa dio la sensación de que empezaba a centrarse y a sentirse cómoda con la vida en comunidad religiosa.


Luego está Juleysi o algo así, que soy muy malo para los nombres modernos. Esta chica tiene un problema muy serio en su vida y es que se ve aprisionada entre dos amores que quiere vivir de manera que son incompatibles. Claro, tiene su novio desde hace dos o tres años y al mismo tiempo se plantea ser monja: lo dicho, un problema. Es una chica joven, así como muy expresiva y en el programa llega a parecer tonta por momentos. En mi opinión, insisto, lo que tiene es un lío tremendo. Será curioso ver cómo lo resuelve. De entrada, el momento que nos regaló el primer programa en el que le cuenta a su novio que va a ir al programa para decidir si quiere ser monja a nivel televisivo no tuvo precio. La cara del chaval que como mínimo es agnóstico daba pie a pensar que no había trampa ni cartón, que se estaba enterando en ese momento. Tela.

A Fernanda ya la describió bien la monja que en la comunidad de Granada se encargaba de las novicias: tiene mucha idea y para aprender conviene empezar un poco más de cero. En otras palabras, esa niña es una "enterá". A ver, parece que tiene claro lo de ser monja pero desconfío de que ninguna de las cinco termine quedándose a vivir esa vida al final del programa.

Y, por último, la almeriense Paloma que bajo mi punto de vista es, con notable diferencia, la más centrada de las concursantes (si es que el programa se puede llamar concurso). Esta chica es "kika", del camino neocatecumenal, y aparentemente tiene ya un cierto recorrido hecho en el sentido de que ya hace algunos años se "levantó". Yo esto de levantarse no tenía ni idea de lo que era, pero entiendo que es algo así como comprometerse a llevar una vida consagrada. "Quicir", que viene ya con esa idea desde atrás. Yo a Paloma, ya os digo, la veo la más centrada de todas aunque nuevamente no tengo claro que termine el programa siendo monja. Tiempo al tiempo.


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