jueves, 21 de abril de 2016

Mamá, quiero ser monja (2/2).

Después del primer programa de "Quiero ser monja. La llamada", en Cuatro echaron un programa que se llamaba algo así como "La respuesta". En este programa recogieron testimonios de varias monjas en el que a mí particularmente me resultó casi sobrecogedor observar la cara continua de felicidad de estas chicas cuando hablan de su vocación. En un tiempo en el que al 99% de la opinión le resulta chocante que alguien quiera dedicar su vida a ser monja o sacerdote, quienes escogen ese camino son notablemente más felices que el común de los mortales. Ojo.

Pero para mi gusto, no todo es positivo. En ese mismo programa salió -¡cómo no!- Sor Lucía Caram. Sin valorar su participación en ese programa, yo particularmente no entiendo bien el papel de esta señora en el mundo. Para hacer el bien siendo monja, ¿es necesario dar la nota de manera pública? ¿Es conveniente entrar activamente en el debate político? ¿Es idóneo situarse junto a los políticos independentistas de Cataluña, y en concreto del señor Mas? ¿Es compatible esa postura con la defensa exacerbada del partido morado en el escenario nacional? ¿Es normal que una monja se preste a hablar de fútbol y llame "sacro-santo" al tridente formado por los tres delanteros titulares del equipo al que sigue que es el FC Barcelona? Yo entiendo que su vida debería ser de otra manera, que hay otras formas de hacer ruido. 

Lucía reconoció sentirse "enamorada" de Artur.
Claro que considerando la alta participación de esta señora en la cadena de Mediaset a lo mejor ha tenido mucho que ver en la emisión del programa "Quiero ser monja" y por ese lado hay que estar hasta agradecido con ella, que la vida tiene muchas dimensiones y prácticamente nada es blanco ni negro.

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