viernes, 26 de abril de 2019

De rojas corbatas.

El primer año que Juan Diego Linares se puso al frente del paso del Resucitado, como capataz, yo habría sido su auxiliar junto con Juan Castro, pero el destino prefirió que tuviera que hacer la procesión a muletas. Hablamos de un lejano año 2008. Esto lo recordaba Juan Diego el último Domingo de Resurrección al pedir a los costaleros que me dedicaran una levantá, por ésa y por otras cuestiones, un último año difícil, etc.

Los momentos que se viven junto a un paso son siempre especiales; no tienes el privilegio de ser costalero, pero ves lo que ellos ver querrían. Yo, pegado al respiradero, he visto a gente llorar al paso de la imagen que portaban los míos; he podido golpear el martillo que cierra la Semana Santa; he podido sentirme privilegiado durante cada instante que pasé con la cuadrilla de Jesucristo Resucitado.

Pero todo llega a su fin y qué bonito cuando es por decisión propia, aunque no sea fácil. Juan Diego Linares deja el martillo del Resucitado y yo lo dejo con él. Pasarán los años y habremos tenido el privilegio de dirigir la primera cuadrilla de la Hermandad, que no la primera cuadrilla de su titular. Pero "tanto amó Dios al mundo que..." entendemos que hay que encomendarle esta dulcísima tarea a otra persona.

Fuimos los capataces -permítanme que lo diga así- que lucieron con orgullo corbatas rojas. Esto no siempre fue entendido, quizás tampoco lo sea ahora, pero a mí me parece la mejor forma de mandar ese paso un Domingo de Resurrección. En esta Hermandad no hay sitio para el luto... ni para las reglas que vienen dadas sin más y, al menos aparentemente, carecen de sentido.

Es difícil saber si el año que viene los capataces del Resucitado llevarán corbata roja, negra o de cualquier otro color. No tengo claro que la Hermandad deba imponer esta cuestión, aunque sí tengo claro que no me gustaría que esas corbatas fueran negras. ¿Qué piensa usted, mientras lee estas líneas?

La despedida fue muy emotiva, lloré poco para lo que querría haber llorado. Han sido años muy felices, Domingos de Resurrección muy felices en los que yo además he llegado a estar bajo la trabajadera. "¿Qué voy a hacer yo el próximo Domingo sin ti?" le dije a uno de estos costaleros de los que tan orgulloso me siento. Se cierra nuestra etapa, pero ojalá dure muchos años y sea exitosa la etapa de las rojas corbatas, las corbatas de la Resurrección del Señor de la Vida.


Juandi, Juan, Pepe... ha sido un placer. Espero que vosotros, como yo, os hayáis cargado de Resurrección (y por tanto de Vida) para lo que viene.



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