martes, 6 de agosto de 2019

Bienvenido y suerte, Turki.

Menudo terremoto se ha formado en Almería con la venta del paquete accionarial mayoritario de la sociedad anónima deportiva Unión Deportiva Almería por parte de Alfonso García a Turki Al-Sheik. En apenas dos días parece que tomó forma la operación y desde el viernes, este señor procedente de Arabia Saudí es el dueño del equipo de fútbol más potente de la provincia.

En sus primeras decisiones ya se están produciendo los primeros choques entre las ganas de ilusionarse por parte de la afición y la incomprensión que algunas de sus medidas están generando, por ejemplo: la no comparecencia al amistoso con el Marbella, la supuesta ruptura de la relación ADIDAS, la gestión de los perfiles de redes sociales del equipo, etc. Todas esas cuestiones dejan dudas, invitan razonada y razonablemente al pesimismo.

A cambio, yo quiero ser optimisma y espero que sean cuestiones propias del aterrizaje bastante atropellado de este señor, de una cultura tan diferente a la española y occidental, en nuestro equipo. Para mí, hay dos motivos fundamentales para el optimismo: el primero es que todo parece indicar que "su excelencia" Turki tiene dinero a espuertas. El segundo es que visto el alto concepto que de sí mismo tiene y que sin duda debe ser bastante inconformista, no me extrañaría que él ya se esté viendo sentado en el palco del Bernabéu junto a Florentino Pérez o en el Camp Nou con Nobita Bartoméu. Quizás requiera perseverancia, pero no parece descabellado que en un prudente espacio de tiempo pueda cumplir ese deseo, que en realidad es el de todos los almeriensistas. Motivos para soñar con el sueño del jeque.

Óscar Fernández.

Pero si toda esta historia tiene un rostro con el que cuesta poco empatizar, ése es el de Óscar Fernández, el hasta hace escasos días y desde hace pocas semanas entrenador del primer equipo. Un tipo con cierta edad, sin trayectoria reconocible sobre el verde, ni gran recorrido a nivel profesional en los banquillos. Estaba ante una gran oportunidad: la de un banquillo en Segunda; y no ha podido ni completar la pretemporada. Deja maneras de señor y, sin acumular ningún mérito especial (no ha tenido tiempo), se lleva la simpatía y el cariño de todos los que en mayor o menor medida seguimos al equipo. Ojalá el fútbol y la vida sepan devolverle una oportunidad similar o mejor, pues es fácil intuir que la merece.

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