lunes, 8 de junio de 2020

Lo divino (II)

Santísimo Cristo de la Humildad, Toledo.
Darío Fernández, 2007.

¿Dónde está la gran fortaleza de Dios? ¿Cuál es su mayor demostración de poderío? ¿Será, acaso, esa zancada imposible del Gran Poder? ¿Ese volver a levantarse tras cada caída? ¿Podría ser esa expiración interminable, a pecho abierto, del Cachorro? ¿Estará en su vuelta a la Vida desde las penumbras mismas de la muerte?

Cuestiones todas ellas propias y esperadas en un dios todopoderoso al que nada ni nadie se le puede resistir. Lo que no resulta en modo alguno esperable, lo radicalmente novedoso ("yo hago nuevas todas las cosas") y subversivo, es encontrarnos de repente con Dios humillado hasta el extremo por simples -¡torpes!- mortales. Si volver a levantarse, seguir caminando o luchar por vivir son acciones que requerirán de una fuerza extraordinaria, ¿qué templanza no habrá de tener ese mismo Dios todopoderoso para dejarse coronar de espinas entre insultos y burlas? No exhibió fortaleza mayor que este delirio de Humildad

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