lunes, 24 de julio de 2023

A vueltas con el liderazgo

En el terreno de la empresa, del deporte o de las relaciones personales no es difícil leer artículos, frases, libros, etc. sobre lo que es o debe ser un buen líder. Cuando un equipo gana un trofeo, el capitán -que se supone es el líder del grupo- es quien lo recoge; pero cuando ese mismo equipo sufre una derrota importante, se espera que sea ese mismo líder quien dé la cara, quien se comunique con prensa y aficionados, quien lejos de esconderse en el vestuario, defienda los intereses de la institución a la que representa. 

Eso mismo ocurre en la vida, en cualquier grupo social, pero la degeneración constante del mundo en el que vivimos creo que debe hacernos cambiar las definiciones y la forma de ver las cosas.

Hace ya unas semanas, cuando se modificó la ley del "solo sí es sí", el Presidente del Gobierno no apareció por el Congreso de los Diputados porque entendió que su imagen no debía quedar marcada por ese momento. En la reciente campaña electoral, el supuesto líder de la oposición ha decidido no formar parte de según qué debate televisivo a cuanta de no sé bien qué razones. Las dos personas llamadas a liderar la nación española, cuando llega la hora de la verdad prefieren no dar la cara.


Y lo más triste no es que no lo hagan por comodidad o por algún interés puramente egoísta; en mi opinión, lo peor de todo es que no lo hacen porque hay estudios y estudiosos que consideran que eso es lo mejor para ellos. Es decir, que electoralmente les va a funcionar mucho mejor esconderse que salir a la palestra. En definitiva, que el liderazgo que queremos dista mucho de ser el que se define como propio del buen líder: no queremos a alguien que tire del carro, no queremos a alguien que sea capaz de tomar la palabra y decir "nos hemos equivocado en esto y en aquello, pero lo vamos a corregir cuanto antes", no queremos a alguien que sea capaz de conceder entrevistas recurrentemente a medios no afines; preferimos a alguien que, cual avestruz, hunda su cabeza en el fango y espere a que escampe como si la cosa no fuera con ella. Ésa, y no otra, es nuestra talla como país.

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