jueves, 22 de agosto de 2024

Juan Ortega y un casi lleno por testigo

El cartel era tan redondo que ni tan siquiera Almería supo darle la espalda. La plaza no presentaba aspecto de llena porque había un claro notable en el tendido de sol y otro aún más notable y más claro en la grada, también de sol. Esto último, lo de la grada especialmente, puede invitar a ajustar algún precio como se ha hecho con la andanada soleada. El país se empobrece y no podemos vivir al margen de ello.

Pero, como decía, la plaza de la familia Cuesta presentaba un aspecto formidable en un cartel que no era para menos y esto encierra un par de verdades: la primera es que los toros tienen futuro también en Almería, es cuestión de dar con la tecla. La segunda es que la tecla anda cerca de las figuras y los nombres reconocibles. La afición almeriense puede pedir muchas cosas, pero el público quiere reconocer los tres nombres que aparecen en grande en el cartel anunciador de cada tarde. El empresario, si es empresario, sabrá leerlo.

Garzón, de Lances de futuro, cogería Almería con la esperanza de lograr aquí lo que había hecho en Santander, Málaga, ¿Córdoba? De momento, no se consigue. Hoy sin ir más lejos estaremos en familia en la plaza de toros y mañana Dios dirá. El hombre se ve voluntarioso pero da la impresión de que le falta tiempo. Ha probado a confiar en personas concretas de la tierra y no sé si es que no le han funcionado o que no ha llegado a confiar de verdad. ¿Aguantará muchos años?

En lo taurino, puesto que no soy un gran entendido, poco puedo decir pero vamos a ello. Un ganado de comportamiento razonable terminó dando pie, como ya sabían los que saben, a que Juan Ortega hilvanara lo mejor de la tarde y seguramente de la Feria, /osantonio/ mediante. Tiene Ortega un gusto y una capacidad que nadie o casi nadie tiene en el escalafón y, afortunadamente, pudimos verlo en Almería, donde llegó a tener petición de rabo. Ponce estuvo en Ponce, aunque esto luce menos cuando sus antagonistas no le plantean excesivas dificultades. Eso sí, tuvo la despedida que merece quien ha reinado en el toreo durante décadas y, para más inri, ha escogido esta tierra como adoptiva a los lomos del amor más febril y efervescente. Roca Rey, finalmente, estuvo como tenía que estar: toreo vertical, arrimón y a desorejar. No puedo evitar decir que a mí no me emociona, aunque le reconozco la virtud y, por descontado, el efecto en taquilla.


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