viernes, 29 de enero de 2016

A propósito de lo de Francisco Rivera Ordóñez.

Francisco Rivera Ordóñez, con su hija pequeña tomada en brazos y dando un derechazo a una vaquilla. Una foto, las redes sociales, la caja de Pandora.

Sin ser yo padre, creo estar bastante convencido de que nunca torearé una vaca con mis descendientes tomados en brazos. Pero no porque me parezca mal o me parezca una barbaridad, sino porque no podría hacerlo en unas condiciones mínimas de seguridad: no tengo ni la habilidad ni el conocimiento necesarios para ello. Un torero profesional sí que los tiene.

A cambio, estoy casi seguro que si soy padre haré cosas objetivamente reprochables, aunque confío en hacerlas siempre en condiciones de seguridad: por ejemplo, casi seguro que en algún momento y con mi prole en el vehículo voy a conducir superando los límites de velocidad; bien es cierto que no creo que vaya a ir a 200 km/h, pero casi seguro que en alguna ocasión supero lo que marquen las señales. Es más que probable que en alguna ocasión, dando un paseo por la calle, cruce un paso de peatones con el semáforo en rojo mientras llevo a la sangre de mi sangre en un carrito. Y estas cosas no es que presumiblemente las vaya a hacer yo: es que las hacemos o haremos, cuando menos, el 95% de los seres humanos que en un momento dado tenemos la capacidad de hacerlo.

¡Detengan al padre de este niño!
Estoy muy convencido de que tampoco mis descendientes, al menos mientras sean muy, muy pequeños, van a compartir vivienda con ningún tipo de mascota. Y menos con un perro de los pertenecientes a las llamadas razas peligrosas. Tampoco voy a fumar delante de ellos, ni creo que su madre vaya a hacerlo ni durante el embarazo ni durante la etapa de lactancia. Pero esto ya hay mucha gente que no lo cumple. Ahora bien, el malo, el que tiene al Defensor del menor detrás en estos momentos, es Rivera Ordóñez. Y todo esto es hablando de cosas negativas pero desgraciadamente habituales, si nos vamos a cosas más extraordinarias nos encontramos un asunto como el de los castells de Cataluña: ¿eso sí está bien, que suba un niño a bastantes metros de altura trepando sobre otras personas es correcto? ¿Esa tradición sí es inocua?

Sobran soplagaitas y falta respeto a los demás. Dejémonos de la doctrina única, olvidemos pensamientos únicos. No exijamos a los demás que fijen los mismos límites que nosotros nos fijamos. Todos los días vemos actitudes más temerarias que la de Paquirri y callamos o reímos según convenga. Seamos un poquito más serios.

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